Probablemente, a Inmannuel Kant se le reconozca fundamentalmente por su perfil filosófico, el que caracterizó al pensador racional del que ha sido en numerosas ocasiones denominado como “el siglo de la pedagogía”. Me estoy refiriendo al siglo XVIII.
Pero no es menos interesante, al menos en un entorno como el nuestro, poder recuperar el perfil de educador de Kant, el de una persona que consideraba, sin ninguna clase de dudas, que la educación era el instrumento y el principio regulador del proceso de desarrollo humano, aquello que le otorgaba la auténtica esencia de su ser y le distanciaba de la especies inferiores.
Kant nació en la pequeña aldea de Königsberg, en Alemania, el 22 de mayo de 1724. Pronto se interesó por la cultura y la educación. A los 16 años entro en la universidad y durante sus años de estudiante allí se ocupó en dar clases particulares a niños de hasta 12 años. Fue durante este tiempo cuando toma contacto con los escritos de Rousseau, a quien atribuye la revolución acontecida en su propia manera de pensar. En 1770 es contratado como profesor de Lógica y Metafísica al tiempo que ejercía de Rector de la universidad.
La dimensión pedagógica de Kant se plasmó en una constante inquietud por la renovación pedagógica. Su preocupación fundamental pasaba por la formación de personas con la suficiente capacidad crítica de pensamiento como para que pudieran decidir racional y libremente, pues tal como él mismo escribió, "habían de formarse con miras al desarrollo de un criterio propio y maduro en el futuro"
Tal fue el interés por la reforma metodológica de su tiempo que Kant ejerció como profesor de pedagogía en el semestre invernal de 1776/77, en el semestre estival de 1780 y, de nuevo, en los semestres de invierno de 1783/84 y 1786/87 . Sus ideas principales fueron publicadas algún tiempo después por el Dr. Friedrich Theodor Rink. Corría el año de 1803. A continuación revisaremos algunas de ellas de manera más detallada.
- la educación es una cuestión absolutamente indispensable para que la humanidad se desarrolle de manera positiva. Por esto mismos, cuanto antes se empiece a educar, mejor, pues se debe "acostumbrar [a las personas] pronto a someterse a los dictados de la razón" . En este sentido, los adultos, como personas educadas, representan el papel de su educadores (de los niños), en cuanto a lo que son, esto es, personas críticas capaces, por la educación recibida, no solo de saber diferenciar lo que es bueno de lo que no lo es para sus educandos sino también de proyectar su acción educadora con los más pequeños hacia el futuro, más allá de formarles para el presente conocido. Así, manifiesta que "el niño no debe ser educado con miras al mejor estado posible del género humano hoy, sino pensando en el mejor estado futuro, es decir: acorde con la idea de lo humano y con su completa definición." ¿Imaginas esta idea trasladada a nuestros días? .
Y es que nos preguntamos ¿PARA QUÉ EDUCAMOS?. Bien, es cierto que pensamos en su futuro, en su papel de adultos en una sociedad saludable. Pero… ¿QUÉ FUTURO?, Y ¿QUÉ TIPO DE SOCIEDAD?... Es más, dudo de que alguien tenga la suficiente clarividencia como para saberlo. Y es que los tiempos que corren nos han dado una buena lección respecto a la velocidad, vertiginosa, con la que parecen acontecer los cambios a nuestro alrededor. El mundo, tal y como lo entendemos en nuestros días, no guarda mucho parecido con el que vivieron nuestros abuelos. Las bombillas de incandescencia (sí, esas que tienen un filamento y que aún quedan en muchos de nuestros hogares) son retiradas al baúl de los recuerdos en septiembre de 2012. Jamás volveremos ya a ver las de 100 y 60 W en la tienda y será a partir de entonces cuando solo las podamos ver en algún museo .
Tengamos cuidado, corremos el riesgo de educar a nuestros niños en el pensamiento social, cultural y económico en el que estamos inmersos. Pero, muy probablemente, este no es el que les será útil el día de mañana. No les haremos más libres por creer que si les educamos a nuestra imagen y semejanza o desde lo que nosotros conocemos –léase currículo ordinario- les estaremos favoreciendo. Y para ello necesitamos escuelas que favorezcan ideas nuevas, que permita visiones diferentes y que busquen horizontes múltiples y posibles:
“Hay que establecer escuelas experimentales, antes de que se puedan fundar escuelas normales. La educación y la instrucción no han de ser meramente mecánicas, sino descansar sobre principios. Ni tampoco sólo razonadas, sino, en cierto modo, formar un mecanismo.”
En resumen, no se trata de escolarizar a los niños para no hacerles pensar, ni hacerles pensar para no hacerles libres. Cualquiera de las dos opciones no prepara para un futuro en el que lo importante es estar preparado para la novedad, para lo que viene, para los retos del futuro que aún no conocemos. Kant fue un adelantado en su momento que no quiso que su labor como profesor se impusiese a su labor como maestro. Por ello, su preocupación por la transmisión de ideas que aportasen al individuo, no desde arriba, sino desde abajo, trasciende su época y se convierte en una lección atemporal.
Para saber más: Luvit. Kant y la pedagogía.
Referencias:
1. Kant: “Nachricht von der Einrichtung seiner Vorlesungen in dem Winterhalbenjahre 1765-66”. Ausgewählte
Schriften […],Ed. cit. vol.5, pág. 69.
2. Perspectivas: revista trimestral de educación comparada. París. UNESCO: Oficina Internacional de Educación, vol. XXIII, n° 3/4, 1993, págs. 837-854
3. Kant: Kritik der reinen Vernunft. 1781/1987. Segunda edición mejorada de Karl Kehrbach.- Leipzig: Philipp Reclam jun. 1878, vol.7, pág. 627. (ed. española, pág. 645)
4. Kant: “Vorlesung über Pädagogik”. Ausgewählte Schriften […], op. cit. vol.5 págs. 7-59.
5. Fuente: Diario El Mundo. Comienza en la UE la retirada de bombillas incandescentes de 60 vatios. 1/09/2011.
http://www.elmundo.es/elmundo/2011/08/31/natura/1314807471.html.
6. Kant, I. (2003). Pedagogía. Madrid. Akal.