lunes, 2 de enero de 2012

SOBRE EL CONTENIDO Y EL TIEMPO (DE LOS APRENDIZAJES)

Corría el año 1988. Los entonces países miembros del proyecto germinal de una Europa unida encomendaron a una comisión de ilustres el diseño de un proceso de aproximación cuyas fases les hicieran converger en la unión económica y monetaria. Un año más tarde, Jacques Delors, por aquel tiempo presidente de la Unión Europea, presentó las conclusiones de los trabajos de la Comisión en un documento que, desde entonces, ha sido reconocido como el "Informe Delors".

Si bien el eje central de aquel informe trato de sentar las bases de un modelo de cooperación económico basado en lo que años después sería la moneda común, el euro, en 1991 la UNESCO (dirigida entonces por Federico Mayor Zaragoza) solicitó la creación de la Comisión Internacional sobre la Educación para el Siglo XXI. Como resultado del trabajo de sus miembros, la Comisión presentó el Informe titulado "La Educación Encierra un Tesoro".

Han pasado varias décadas desde entonces. Los suficiente como para atestiguar si las nuevas generaciones hicieron, hacéis, posible esa esperanza como una realidad patente. O, por el contrario, el tiempo suficiente como para ser conscientes de las carencias, de la distancia constante entre esa realidad de lo cotidiano, en perspectiva de crisis, y el sentido perpetuo y universal de la educación. algo que, quizá, nos debería hacer pensar en el sentido profundo y también universal de nuestra profesión de maestros y educadores.

Texto extraído del Informe a la UNESCO de la Comisión Internacional sobra la Educación para el Siglo XXI.


Los cuatro pilares de la educación.

El siglo XXI, que ofrecerá recursos sin precedentes tanto a la circulación y al almacenamiento de informaciones como a la comunicación, planteará a la educación una doble exigencia que, a primera vista, puede parecer casi contradictoria: la educación deberá transmitir, masiva y eficazmente, un volumen cada vez mayor de conocimientos teóricos y técnicos evolutivos, adaptados a la civilización cognitiva, porque son las bases de las competencias del futuro. Simultáneamente, deberá hallar y definir orientaciones que permitan no dejarse sumergir por las corrientes de informaciones más o menos efímeras que invaden los espacios públicos y privados y conservar el rumbo en proyectos de desarrollo individuales y colectivos. En cierto sentido, la educación se ve obligada a proporcionar las cartas náuticas de un mundo complejo y en perpetua agitación y, al mismo tiempo, la brújula para poder navegar por él.

Jacques Delors
Con esas perspectivas se ha vuelto imposible, y hasta inadecuado, responder de manera puramente cuantitativa a la insaciable demanda de educación, que entraña un bagaje escolar cada vez más voluminoso. Es que ya no basta con que cada individuo acumule al comienzo de su vida una reserva de conocimientos a la que podrá recurrir después sin límites. Sobre todo, debe estar en condiciones de aprovechar y utilizar durante toda la vida cada oportunidad que se le presente de actualizar, profundizar y enriquecer ese primer saber y de adaptarse a un mundo en permanente cambio.

Para cumplir el conjunto de las misiones que le son propias, la educación debe estructurarse en torno a cuatro aprendizajes fundamentales, que en el transcurso de la vida serán para cada persona, en cierto sentido, los pilares del conocimiento: aprender a conocer, es decir, adquirir los instrumentos de la comprensión; aprender a hacer, para poder influir sobre el propio entorno; aprender a vivir juntos, para participar y cooperar con los demás en todas las actividades humanas; por último, aprender a ser, un proceso fundamental que recoge elementos de los tres anteriores. Por supuesto, estas cuatro vías del saber convergen en una sola, ya que hay entre ellas múltiples puntos de contacto, coincidencia e intercambio.

Mas, en general, la enseñanza escolar se orienta esencialmente, por no decir que de manera exclusiva, hacia el aprender a conocer y, en menor medida, el aprender a hacer. Las otras dos formas de aprendizaje dependen las más de las veces de circunstancias aleatorias, cuando no se las considera una mera prolongación, de alguna manera natural, de las dos primeras. Pues bien, la Comisión estima que, en cualquier sistema de enseñanza estructurado, cada uno de esos cuatro «pilares del conocimiento» debe recibir una atención equivalente a fin de que la educación sea para el ser humano, en su calidad de persona y de miembro de la sociedad, una experiencia global y que dure toda la vida en los planos cognitivo y práctico.

Desde el comienzo de su actuación, los miembros de la Comisión fueron conscientes de que, para hacer frente a los retos del siglo XXI, sería indispensable asignar nuevos objetivos a la educación y, por consiguiente, modificar la idea que nos hacemos de su utilidad. Una nueva concepción más amplia de la educación debería llevar a cada persona a descubrir, despertar e incrementar sus posibilidades creativas, actualizando así el tesoro escondido en cada uno de nosotros, lo cual supone trascender una visión puramente instrumental de la educación, percibida como la vía obligada para obtener determinados resultados (experiencia práctica, adquisición de capacidades diversas, fines de carácter económico), para considerar su función en toda su plenitud, a saber, la realización de la persona que, toda ella, aprende a ser.


“ LA EDUCACIÓN encierra un tesoro”
Informe a la UNESCO de la Comisión Internacional sobre la educación para el siglo XXI,
presidida por
JACQUES DELORS

ln'am Al Mufti * lsao Amagi * Roberto Cameiro * Fay Chung * Bronislaw Geremek
William Gorham * Aleksandra Kornhauser * Michael Manley * Marisela Padrón Quero
Marie-Angélique Savané * Karan Singh * Rodolfo Stavenhagen
Myong Won. Suhr * Zhou Nanzhao
 

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